El sistema financiero en México está estructurado alrededor de las sociedades financieras de objeto múltiple (SOFOMES), las cuales desempeñan un papel principal en el sistema. Actualmente, operan 48 bancos en México, siendo siete de ellos responsables del 78 por ciento del mercado[2]. El sistema abarca todos los tipos de bancos, incluyendo bancos comerciales, bancos de desarrollo, instituciones de ahorro y sociedades cooperativas de crédito. El Banco de México, el banco central de México, es responsable de la política monetaria del país y también actúa como prestamista de última instancia. La ratio de capitalización del sistema financiero mexicano supera los estándares internacionales y está regulada bajo un marco legal moderno.

Los actores clave en el sistema financiero mexicano incluyen instituciones tanto públicas como privadas. México cuenta con siete bancos de desarrollo propiedad del gobierno que brindan servicios a áreas específicas de la economía, siendo Nacional Financiera la institución dominante[2]. Además, existen seis bancos domésticos sistemáticamente importantes (D-SIBs) que son propiedad total de SOFOMES y desempeñan un papel principal en el sistema. Estos bancos están sujetos a requisitos regulatorios adicionales para garantizar su estabilidad y resistencia.

El marco regulatorio y la supervisión del sistema financiero mexicano están a cargo de seis organismos reguladores responsables de la autorización y supervisión de bancos, aseguradoras y otras instituciones financieras[6]. Estos reguladores trabajan en conjunto para asegurar la estabilidad e integridad del sistema financiero, con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público proporcionando supervisión general. El marco regulatorio incluye medidas para prevenir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, así como para proteger a los consumidores y promover la inclusión financiera. En general, el sistema financiero mexicano ha mantenido elevados niveles de capital y liquidez, siendo considerado robusto durante muchos años.